La mítica obra de Fernando Arrabal « El arquitecto y el emperador de Asiria »,

Teatro Español de Madrid

ARGUMENTO (Mucho Teatro,  Shanty)

El Arquitecto, habitante originario de una isla desierta, un hombre primitivo que no sabe hablar y dotado de la fuente de la juventud eterna, entra en pánico cuando El Emperador de Asiria irrumpe en la isla tras un accidente aéreo, siendo éste el único sobreviviente.

Se desarrolla una relación entre ambos. El Emperador le enseña a hablar al Arquitecto. Luego la obra transcurre entre diálogos que imitan el comportamiento humano en todas sus manifestaciones, haciendo de este, una parodia.

El segundo acto plantea un juicio, en el cual El Emperador es condenado a muerte. El Arquitecto lo mata y se lo come a instancias del último deseo del Emperador. Cuando le lame los sesos, El Arquitecto se convierte en un personaje único Arquitecto-Emperador que se fusionan en uno solo. Queda pues, un único habitante como al principio. Luego choca un avión en la isla, El Arquitecto-Emperador se llena de miedo y es El Arquitecto quien baja como único sobreviviente de un accidente. Se repite el mismo ciclo.

MARÍA RENÉE BATLLE:

Obra desarrollada en dos actos. Plantea los problemas de la conducta humana donde los personajes se transportan a un mundo irreal, mágico, producto de sus fantasías.

Obra surrealista que es una metáfora de una sociedad conformista que no busca los valores tales como la filosofía, la sabiduría, la justicia, sino que cae cíclica y repetidamente, en sus propios errores. Es una obra que nos habla del comportamiento humano en sus múltiples y complejas manifestaciones. Es la lucha interior por todo aquello que somos y lo que anhelamos ser. El hombre en la búsqueda de sí mismo, confrotado a sus pasiones, limitaciones, miserias y que con sus sueños se convierte en todo aquello que no es y que quisiera ser.

El tono de la obra es irónico. Plantea la sencillez de un hombre que desconoce los convencionalismos sociales, versus el hombre que vive en un mundo moderno cosificado: “Te he hablado de la televisión, de la Coca Cola, de los tanques, de los museos, de nuestros ministros, de nuestros Papas…” El hombre “natural” está en un mundo puro, cuya influencia hacia el medio está influenciada por un control interno. La naturaleza le obedece porque vive en un estado fluído, carente de condicionamientos y creencias que se originan de la vida comunitaria y los prejuicios sociales. Él y la naturaleza obedecen a las mismas leyes, por lo tanto, son inseparables. Le pregunta El Emperador “¿cómo haces eso de hacer la noche y el día?” El Arquitecto responde “basta con que lo desee”.

El Emperador se presenta a la isla con las ínfulas de su condición social. Le enseña al Arquitecto a hablar y a pensar en el mundo de afuera. El Emperador llega con atributos de Dios y luego, confrontado a una vida natural donde no hay personas que lo veneren, ni cosas que le distraigan, se convierte en un ser humano corriente, cuya única compañía es la del Arquitecto a quien necesita para paliar su soledad.

El Arquitecto está más preparado para sobrevivir ante un medio hostil; el Emperador que vivió en medio del boato y de los lujos, se encuentra en desventaja: “No te marches… haré lo que quieras… Te nombraré Emperador de Asiria, abdicaré”.

Todos los diálogos entre ambos, manifiestan los juegos, los alardes, las posturas, las máscaras y disfraces de la sociedad. La decadencia de la civilización que a su vez es asumida como progreso. Contrario a la vida simple, natural que mejora cualquier aspecto del ser humano. Más allá de cualquier diferencia entre ambos, está la necesidad de ser amado, cuando se confrontan con una soledad pavorosa: “Yo… sinceramente. Te quiero”. “Te burlas de mi”.

El Arquitecto antes de conocer al Emperador, vivía aislado, sin embargo, después de conocerlo, se fomenta un vínculo y luego viene la domesticación del uno con el otro.

Ambos tienen largos monólogos donde cambian de género una y otra vez. Hay necesidad de estructura en el tiempo, cuando se confrontan al caos “Arquitecto, ven… no me dejes solo. Tendré que organizarme, nada de negligencias. Diana a las nueve de la mañana. Lavarme un poquito. Meditación. Pensar en la cuadratura del círculo. Quizá escribir sonetos, y la mañana se pasará sin que me de cuenta”. Las cosas de afuera se plantean como una forma de distracción hacia el interior de sí mismos. Sin ellas, las personas se sienten aisladas, solas, temerosas. Es una manera de no sucumbir ante sí mismos.

Se representa a la niñez como una época cándida donde los sueños aun no han sido rotos, traicionados o vilipendiados. “De niño, ¡qué diferente era! ¡Qué sueños tenía!”. En esta etapa aun no existen los roles, aun los condicionamientos no hacen mella y el dolor no se ha instaurado en el alma.

En el medio social también existe la necesidad de aprobación, de ser alguien y de ser protagónico: “Todos los periódicos hablarían de mí”. De ahí surgen las máscaras, los roles auto impuestos, la hipocresía en aras de la admiración externa.

Se toca también la necesidad de poder del hombre, la justicia en manos de quien la predica pero no la cumple; hay parodia de la religión establecida, una burla del “progreso”; el dolor que soporta el ser humano porque no tiene elección; las malas acciones de los hombres como resultado del dolor de la infancia “Para vengarse de las numerosas humillaciones que sufría”; la hipocreía del clérigo, que en vez de verse a sí mismo, tira la primera piedra a los demás; la infidelidad donde las distinciones de clase no existen: “Un bello par de cuernos le salen hasta a la gente bien”; el aferramiento a la vida por el temor a lo desconocido; la distorsión del verdadero amor “Todos los días estallaban violentas disputas. Eso es el amor”; la envidia ante el desarrollo del ser humano “Todo el mundo lo detesta porque es mejor que los otros. Todos le tienen envidia”; el reflejo o espejo de los unos con los otros “Al mirarle detenidamente, pude ver que su cara era mi cara”; el deseo de fusión con la creación de uno mismo “Quiero que seas tú yo yo a la vez. Me comes entero…” Finalmente, la pérdida de la inocencia, el pecado original, las consecuencias de tener demasiada conciencia de sí mismo, de tener deseos, dependencias “¿Cómo? Esto tampoco. Me encuentro muy raro. Estoy muy inquieto. Me he duchado en la fuente de la juventud, he hecho todos los ejercicios… y, sin embargo, no me obedecen ».