Primer vídeo viral de Ushima-Next, una película de Jesús Manuel Montané y Joan Frank Charansonnet producida por Set d’Acció
- EL PAIS
Fernando Arrabal, de anarquista a « tirano »
El escritor rueda en Barcelona, esta vez como actor, el filme ‘Ushima-Next’
CAMILO S. BAQUERO – Barcelona
Se presenta vestido de negro, con zapatillas deportivas y una pajarita fucsia sin anudar. Es Fernando Arrabal, pero después de 10 minutos de maquillaje será Futuro, el villano de Ushima-Next, una película que se terminó de rodar ayer en el hospital de Sant Pau, en Barcelona. En ella el dramaturgo, escritor, cineasta y cofundador del Movimiento Pánico, de línea surrealista, deja el anarquismo para convertirse en el amo y señor de un mundo computadorizado, perfecto, donde todo se controla y manipula. Toda una ironía.
Arrabal (Melilla, 1932) viajó a Barcelona desde Francia sólo para participar con un pequeño pero fundamental papel en el filme, dirigido al alimón por el realizador Jesús Manuel Montané y el director de teatro Joan Frank Charansonnet, ambos catalanes.
« El guión me emociona, es un canto a la esperanza anarcoizquierdista », dice el escritor, que en 2001 ganó el Premio Nacional de Teatro. La película, rodada también en Sigtes y Roques Blanques, es en un 50% cine de animación, creado por ordenador, y la mayoría de sus actores son novatos.
Para Arrabal, que no abandona su copa de vino tinto, se trata de « la primera película del género post-Pánico ». Esta no es una declaración más, de esas con las que los actores alaban a sus directores para poner titulares. El escritor, junto con Roland Topor y Alejandro Jodorowsky, fundó en 1962 el Movimiento Pánico, que, influenciado por el surrealismo, invitaba a la indeterminación y al « respeto irrespetuoso ». La película ¡Viva la muerte! (1971) es una de las insignias de esta corriente.
El escritor no sólo entrega las banderas de su movimiento a los jóvenes cineastas. En Ushima-Next también se enfrenta al reto de encarnar a Futuro, el inventor de ese mundo perfecto, hipercontrolado, en el que cuatro personas deciden romper la monotonía y ser libres. Guardando las proporciones, vale la analogía con la España franquista, a la que Arrabal se enfrentó enviándole una carta personal al Generalísimo, lo que le costó el exilio. « Creo que usted sufre infinitamente; sólo un ser que tanto sufre puede imponer tanto dolor en torno suyo », decía la misiva, fechada el 18 de marzo de 1971.
Para él, sin embargo, no hay dilema moral en su actuación: « En esta película voy a ser actor y no importa el papel que tenga que hacer. No sabes cuántas veces vi a Buñuel vestido de cura », recuerda con una sonrisa mientras lo maquillan.