El escritor y cineasta, acostumbrado a sorprender en cada una de sus intervenciones, ofrece el día 23 una charla coloquio antesala de la puesta en escena de ‘El jardín de las delicias’
…VALDIVIESO… ‘El jardín de las delicias’, escrita por Arrabal en 1967 al poco de salir de la cárcel, se estrenó en abril de 2011 por ‘Curtidores de Teatro’ y ‘Proyecto Bufo’ en la sala Cuarta Pared de Madrid. Se trata, como suele ser habitual en los trabajados de quien se autodenomina «el único superviviente de todos los avatares de la modernidad, del Dadaísmo, del Pánico y de la Patafísica», de una reflexión sobre el ser humano y las convenciones sociales. Todo bajo la batuta de Rosario Ruiz Rodgers sobre un texto integrado dentro del movimiento ‘Pánico’ que Arrabal originó junto a Jodorowsky y Topor.
Y puesto que no deja de ser el mejor de los complementos para la representación, el Rojas ofrece la oportunidad de poder disfrutar de las siempre extrañas charlas regaladas por un hombre que, ante todo, no deja indiferente a nadie y que ocupará, a las 20,00 horas, la escena del teatro toledano.
Fernando Arrabal gestó una pieza en la que combina la realidad y la ficción, el humor y el horror, y en la que analiza la liberación de las ataduras sociales por parte del ser humano, la identidad y la violencia. Y es que Arrabal entró en prisión en la época en la que Manuel Fraga ocupaba un cargo en el Gobierno. Lo ocurrido lo cuenta en ‘El jardín de las delicias’.
El argumento de ‘El jardín de las delicias’ : Lais (Angels Jiménez) es una actriz retirada que vive con nueve ovejas y Zenón (Arturo Bernal), un hombre lobo enamorado de ella. Pero Lais tiene por delante el reto de contar su vida y encarar momentos inundados de angustia. En su viaje interno conoce al mago Teloc (Carlos Domingo) y se reencuentra con Miharca (Mercé Rovira), a quien conoció durante su infancia en un internado de monjas. Las situaciones transcurren, sujetas al texto metafórico de Arrabal, en una sinergia intercalada: el juego, la magia, el sueño, el terror.
Sólo apreciar que para Ruiz Rodgers, la directora del montaje, «lo más difícil del montaje fue entender su veracidad, justificar cada palabra pronunciada por cada personaje»…