« El Arquitecto y el emperador de Asiria » de Arrabal

Festival FACYL, de Castilla y León.  Teatro La Comedia 1 y 2 de Julio, después en Agosto,  Argentina y Uruguay  y  luego funciones en  Mallorca, Ibiza etc …

« …hemos introducido alguna máscara en la obra, como Trump o Merkel,  por lo demás, todo igual.  Yo interpreto el emperador y el arquitecto sigue siendo Guiem Juaneda« : Jeroni Guiem Obrador (director)

Javier Matesanz: Un delirio rotundo con  dos actores tremendos 
L’arquitecte i l’emperador d’Assíria no se puede definir. No debe definirse, o no sería teatro pánico. El movimiento que fundó el propio Arrabal y que precisamente renuncia a todo tipo de regla o cortapisa, y se entrega “al azar, a la ambigüedad, al talento loco y al rechazo de la seriedad” (autor dixit). De modo que aparquemos prejuicios e ideas preconcebidas, dejemos los convencionalismos en stand by y con la más esponjosa y libre de nuestras predisposiciones enfrentémonos a este delirio gamberro pero lúcido, excéntrico pero crítico, irreverente y muy divertido. Descacharrante y desconcertante pero en absoluto absurdo, pues desde la locura retrata la cordura con más precisión de lo que muchos han conseguido desde la ortodoxia narrativa. Un difícil reto para Jeroni Obrador, que se ha sumergido sin complejos  en esta maraña arrabalesca, especie de combinación de Robinson Crusoe, La isla de los esclavos e incluso la del Dr. Moreau pasada por el inclasificable túrmix creativo del dramaturgo, y que añadiendo AC /DC a la banda sonora, un atrezzo y un vestuario  carnavalescos, y con la complicidad impagable de dos actores tremendos – pasándoselo en grande pero con un nivel de exigencia soberbio – ha logrado un collage estridente e histriónico, imprevisible pero controlado, satírico y hasta tierno, pero sin concesión alguna al sentimentalismo ni al humor chistoso, al maniqueísmo ni a la denuncia demagógica. Un delirio rotundo que no duda en adentrarse en los procelosos terrenos del poder político, de las injusticias sociales, de los conflictos familiares y, por supuesto, de las perversiones eclesiásticas y los desatinos divinos. Todo cabe y nada se censura, y aunque pueda resultar gratuitamente provocativo, lo cierto es que inspirará reflexiones más serias de lo que su loca apariencia parece pretender.