« La figure de Cervantès à partir du théâtre d’ Arrabal » por Manuel Pérez Jiménez, profesor titular de Literatura Española de la Universidad de Alcalá de Henares  en las II Jornadas Cervantinas de La Orotava.

« …las últimas piezas dramáticas del polifacético escritor español Fernando Arrabal (Melilla, 1932) están impregnadas de la figura y obra de Cervantes, como las tituladas “Pingüinas” y “El extravagante triunfo de Miguel de Cervantes y William Shakespeare”. Este es uno de los argumentos que ha defendido  Miguel Pérez Jiménez en la conferencia que impartió ayer en  las II Jornadas Cervantinas de La Orotava.  Este investigador en Teoría e Historia del Teatro aclaró que su intención es ‘aproximar la figura de Cervantes a través de la recreación contenida en la obra de Fernando Arrabal y muy especialmente en sus últimas obras dramáticas, que son presentadas como culminación de los planteamientos estéticos y vitales que articularon, desde su comienzo, el teatro arrabaliano’.  Pérez Jiménez llamó la atención sobre el hecho de que Arrabal, cuya existencia está bañada en el surrealismo y  la patafísica , rememore a Cervantes para describir una realidad situadas más allá de lo aparente y tangible justo en la culminación de su obra.  Sorprende que estas obras  recurren a la visión de la realidad que nos transmite Cervantes y que hemos dado en llamar perspectiva cervantina o filosofía de Cervantes. En la obra de Arrabal (« Pingüinas ») son diez las  figuras femeninas que se corresponden con las mujeres que rodearon a Cervantes en su vida, su esposa, su madre, sus abuelas, sus hermanas, sus sobrinas, su hija … la pieza de Arrabal está dedicada a Cervantes, su vocación, su entorno y sus figuras femeninas. La perspectiva histórica de este estudioso de la evolución del teatro consiste en mostrar como la línea de Arrabal, y la de todo el teatro de hoy, lejos de extinguirse ha ido creciendo hasta encontrar una especie de estado de esplendor a través de las mencionadas obras, “Pingüinas”, y “El extravagante triunfo de Miguel de Cervantes y William Shakespeare”. En esta última el elocuente escritor melillense “consigue” que el Premio Nobel se conceda “ex aequo” a los dos autores universales.  Por una parte ahí vemos una culminación de la  actualidad y del teatro surrealista, pero por otra sorprende que Arrabal acuda a Cervantes.  « Trato fundamentalmente de mostrar esa visión cervantina pasada por el filtro modernizador arrabaliano ». El modelo de representación de la realidad que propone  Arrabal refleja una visión de Cervantes inusual, heterodoxa, original, sorprendente, específica y sugerente.  Uno reconoce que Arrabal, antes de escribir estas obras, siempre se interesó por Cervantes. De hecho, también es autor de un ensayo, titulado « Un esclavo llamado Cervantes », que es una biografía que escribió sobre el universal escritor madrileño. El director del departamento de Filología, Comunicación y Documentación de la Universidad de Alcalá de Henares ahondó en la especial perspectiva de Arrabal sobre Cervantes. “Lo importante no es definir la realidad de una manera concreta, sino lo que percibimos según quién lo mira. ¿Son molinos o gigantes?… »

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Pingüinas d’Arrabal

 por el dramaturgo Ignacio García May:

« Pinguinas » ya es un clásico.

La obra no es provocativa porque Arrabal no se lo proponía.

Es una apasionada confesión de amor a Cervantes .

Un texto cañon y macanudo

un texto nuevo , arriesgado y polémico

…en el que se encuentran las mas bellas imagenes que un servidor ha visto

« Pingouines’ est déjà un classique.

la pièce n’est pas provocatrices parce qu’Arrabal ne le voulait pas

C’est un « chant d’amour » à Cervantès

Un texte canon et superbe

un texte nouveau, risqué et polémique

dans lequel se trouvent les plus belles images que votre serviteur ait vues

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« Pingüinas »  d’Arrabal  par Manuel Hidago, El Mundo

J’ai assisté au Matadero à la première mondiale de « Pingüinas » , grande occasion, formidable spectacle   à  partir d’un texte succulent, rythmé, poétique, musical, mystique, sexuel, profond et voyou de Fernando Arrabal. Très libre paraphrase de la littérature cervantine et portrait  projeté sur le présent des femmes de Cervantès, aujourd’hui motardes, guerrières, rêveuses et libres.

À quand le Prix Cervantès pour Arrabal? Il s’impose. On a fait quasiment campagne à ce sujet, mais moi je ne suis en campagne pour  rien (et moins encore, en tente de campagne).

Simplement, l’évidence: à 82 ans Fernando Arrabal accumule une oeuvre impressionnante et c’est le dramaturge espagnol le plus important des cent dernières années et l’un des plus influents dans le monde. Est-ce que les dramaturges ne sont pas écrivains? Le Cervantès n’a été attribué qu’à un seul auteur purement dramatique: Antonio Buero Vallejo, aux antipodes d’ Arrabal.

Arrabal, tout fou, génial, à la tête prodigieuse, s’est  nui à lui-même et à son image/l’image de quelqu’un comme quelque chose de plus réel et plus important que soi-même, absurde- en prenant toutes sortes de libertés. Et alors?  A-t-on le trac à cause de ce que peut dire ou faire Arrabal devant le couple royal dans le paranymphe de l’université d’ Alcalà? Arrabal est un grand enfant – enfin, pas très grand- qui s’amuse avec deux paires de lunettes sur le front. Arrabal, sous la tutelle de deux amis de  toute confiance, quelques heures auparavant, se conduirait comme un type bien élevé et heureux de recevoir le prix-non pas comme le suffisant Juan  Goytisolo- et ce qu’il pourrait tout au plus arriver c’est qu’il apparaisse en kimono et se mette à chanter -comme dans sa pièce- « Et viva Espana » , avec ou sans  choeur d’étudiants (je touche du bois).

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« Pingüines d’Arrabal est superbe et grand, beau et bizarre, effervescent et génial »          par    Daniel Ventura,

 

Reconozco que empiezo a escribir esta crítica con miedo pánico. Terror a que Fernando Arrabal, el autor de “Pingüinas”, mire uno de sus múltiples relojes, ponga en marcha la selvática imaginería de su córtex hiperactivo en busca de una decisión y que esa decisión sea leer lo que ha escrito este pobre, pobrecito yo. La imaginación aterrada trabaja más, así que la cosa no para ahí: me ovillo interiormente, pensando en la idea de que se indigne, al hipotética e inusitadamente leerme, de que me haga una improbabilísima llamada para decirme, con exquisita corrección formal y la especial voz suya, que no me he enterado de nada. Todo, después de señalarme que pertenezco a la “idiota mayoría” (o algo parecido) y que ni él ni Picasso me perdonan, lo mismo que no perdonan a España. Como comprenderéis me abrumo, pero contároslo me ha ido calmando. Ahora creo que ya puedo decir que las “Pingüinas” de Arrabal es  algo soberbio y grande, bello y raro, efervescente y genial. Y empezar desde ahi

 

El miedo a que la fascinante anatomía del texto supere mi capacidad analítica sigue conmigo, no os creáis, porque “Pingüinas” es una cabalgata frenética de ideas y de conceptos, una pizarra inmarcesible o un multiplicado terruño, sobre el que Arrabal traza o ara sus visiones. Visiones, qué palabra exacta. El tiempo, la creación, las mujeres, el lenguaje, la sensualidad, el presente, la libertad… y así al menos cincuenta categorías más aparecen en “Pingüinas” refulgentemente esculpidas en un castellano exótico de puro puro, refrescante y lógico y chispeante como pica-pica. Esta obra de encargo (el que los maldijo, los encargos, era un imbécil) para conmemorar al gran hombre y la gran obra de un idioma está hecha en una versión extrema y radical de ese mismo idioma, en una lengua conocida y ajena, tan expresiva como mistéricamente bella. A Arrabal podemos creerle un extravagante, pero con este “Pingüinas” le ha dado aCervantes un homenaje señor; rotundo y zascandil como la vida evolutiva de esta lengua con la que nos entendemos y nos desentendemos.

Ha conseguido, además, la versión óptima de cada una de las diez actrices y el actor, con su interpretación muda. Pero “Pingüinas” es una obra menos coral de lo que podría parecer, y la púrpura protagonista recae en tres mujeres: Ana TorrentMarta Poveda y María Hervás. Las tres, grandes actrices, están como alunizadas en una órbita no sé si superior pero sí distinta, la órbita femenil, sexual y rara pensada porArrabal. Las tres están fanatizadas por las normas de ese orbe nuevo, por las metáforas inauditas y explosivas, por la vulgaridad de absurdo, por el enloquecimiento cuerdo y volador pensado para ellas. Dada esta identificación con las normas de sus personajas, identificación que es casi una cruzada, no es raro que hagan tres interpretaciones deslumbrantes y arañadoras, luminosas de convicción en la receta libre-irónica que les pone en los labios líneas memorables, en los ojos un presente de órbitas de chinos vendiendo rosas y en la imaginación un astro prometido. No me olvido, no podría aunque quisiera, de la perfecta creación deLara Grube como la madre, pues tiene el “fulgor preciso” del anhelo, el dolor y la añoranza en una de las escenas más sublimes del montaje. También una de las más accesibles.

 

Todos estos planos de arte no están en el aire, aunque daría igual que lo estuviesen. Son la trabazón de alambre y poesía sobre la que se estructura una historia, porque “Pingüinas” la tiene. Diez mujeres únicas, moteras lesbianas y asalvajadas, viajadas en el tiempo desde la vida/obra de Cervantes de la que formaron parte al XXI que habitamos, esperan el Clavileño tecnológico e internético que les lleve a la Luna. Las diez circunvalan grandes temas, cobijan sospechas mutuas, se desean con violencia, son rebeldía más que rebeldes y van tejiendo el hilo narrativo de un suspense barroco entreverado de filosofía, insultos y delirio tecnológico. Sobre las mujeres planea, literalmente, Miho, trasunto mudo del Cervantes que tuvo la libertad como principio rector de vida y literatura. Como clavija necesaria en toda búsqueda.

 

Las mujeres dan vueltas en torno a un cilindro que en un momento dado estalla para ser un satélite estrellado; un ingenio escenográfico magnífico de Emilio Valenzuela, en el que yo al principio vi el tronco de un árbol como figuración del lugar inexplorado pero habitable que Arrabal crea en su texto. Después, mirándolo mejor, vi en esa estructura el esquema del rostro de Don Quijote, ya con el sombrero de enloquecido o libre. Necesito que sea lo segundo, para tener razón en mi idea de que esas diez mujeres, carne de la carne y de la mente de Cervantes, son precisamente esquirlas ingobernables de su libertad, trayectorias únicas con las que Arrabal “penetra el alma y como consecuencia penetra conceptos; inventa éxtasis y de resultas inventa el arquetipo”.

 

Desconozco, por falta de intimidad con ellos, cuál es el ascendente exacto que Arrabal tiene sobre los dramaturgos y directores jóvenes que están haciendo, en las peores circunstancias, una época teatral luminosa. Pero sospecho, o a lo mejor lo deseo, que este “Pingüinas”, ave insólita e inatrapable, es punto de inflexión en un magisterio que enseña la libertad y le grita ¡viva!, aunque sea en el manicomio

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PINGÜINAS de Fernando Arrabal

Intérpretes- Ana Torrent. María Hervás. Marta Poveda. Lara Grube. Sara Moraleda. Lola Baldrich. Ana Vayón. María Besant. Alexandra Calvo. Badia Albayati. Miguel Cazorla

 

Hay que tener una gran imaginación , también ser muy libre y carecer totalmente de autocensura , para que a alguien le encarguen un texto para conmemorar el cuatrocientos aniversario de la publicación de la segunda parte de El Quijote y proponga esta historia.

También hay que tener mucho coraje para apostar por él y ponerlo en pie sin escatimar en medios. Fernando Arrabal y Juan Carlos Pérez de la Fuente. Buena pareja.

Las mujeres de Cervantes . Sí. Esa es la premisa que todos habíamos leído.

Lo que complica un poco más el tema no es sólo que se unan en una anacronía de tiempos y edades, ni que se disfrace la representación en una estética futurista que comienza con …. ¿ la caída de un resto de nave espacial?, sino que , el meollo de la odisea sea el próximo viaje a la luna que van a emprender gracias a la televisión.

¿ Como suena eso?.

Pues lo dicho: hay que tener mucho valor.

De todos modos podía quedarse en una boutade, en una anécdota con intento de ser rompedora y condenada al fracaso ( cosa que ha ocurrido para algunos críticos, no es mi caso ni mucho menos, pero claro: yo no soy un crítico ). Sin embargo, ( vayamos por partes ) el texto de Arrabal está muy lejos de ser una tontería.

Pingüinas , escrita con una libertad absoluta, me parece un texto complejo y gozoso, plagado de ocurrencias que navegan a través de un hilo muy fino pero suficiente; se le ha achacado un lenguaje ( que cantidad de colores y texturas ) lleno de referencias actuales que van desde Barrio Sésamo a Inocente, Inocente, yo creo que es totalmente coherente con la propuesta. Conseguir engarzarlo con axiomas filosóficos, acertijos, juegos gramaticales y poesía, requiere la habilidad de un maestro. Se consigue. Un juego de contrastes brutal y salvaje en el que la mayor agresividad puede convivir con una escena tan gloriosa como la del encuentro de Cervantes con su madre, diez minutos que recuerdan la grandeza de Carta de Amor y que alcanzan un grado de emoción que detiene el alma.

Ahora vayamos al montaje.

Una producción totalmente realizada al servicio de ese texto, otorgándole un movimiento febril, con una maquinaria de una extraña belleza robótica, una iluminación perfecta y llena de matices que parece un personaje más y unos audiovisuales ( en un momento en que se tiende a abusar innecesariamente de esta herramienta ) más justificados y útiles que nunca.

El movimiento conforma una especie de baile tribal, una montaña rusa donde se sirve de vagón a las palabras , no permitiendo que decaigan en ningún momento ( sólo hacia al final, puede haber un pequeño punto de bajada ). De otro modo , sería más bien un ensayo poético. Ahora es un acto ceremonial.

Así durante dos horas de hipnosis que se hacen cortas hasta alcanzar un final hermosísimo y estremecedor para estas más que Cervantas, Quijotas ( no diré nada más al respecto de esta utilización léxica para no desentrañar la madeja ).

Pero claro, para poner esto en pie , hacía falta no un grupo de actrices sino un grupo de élite , capaces de entregarse en alma y cuerpo ( nunca mejor dicho ) a su cometido. Cumplen con creces. Capitaneadas por una Ana Torrent que nunca ha estado mejor y con hallazgos como María Hervás , Marta Poveda, Sara Moraleda , y el estremecedor retrato de la madre de Lara Grube pero con todas , las diez , funcionando como un mecano perfecto.

Pero creo que sólo se le puede calificar de tal si en lugar de disfrutarlo sensorialmente , intentamos entenderlo hasta la última palabra , como si se tratase de un policiaco.

Habla de la libertad y es libre, como lo era Cervantes. De la locura o no, de la cordura o no, como también Cervantes hablaba. No está nada lejos en esencia de aquel a quien se pretendía homenajear , aunque muchos no piensen lo mismo. Personalmente me parece mucho más valioso culturalmente que el hecho de descubrir sus restos en algún rincón de la capital.

Pingüinas es mucho teatro, es también una experiencia . Creo que es una de las propuestas más interesantes de la temporada y lograda en un noventa por cien.

Aun queda tiempo.

No os lo perdáis.

 

Público

 

 

 

 

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Asombrosas y provocadoras ‘Pingüinas’, de Fernando Arrabal, en la Sala Arrabal del Español

 

Joaquín Recio, El Sol

 

Desde el principio de la representación, se dan cita en ella todos los elementos   necesarios para que el espectador arrebatado se diga : estamos en el universo del mejor Arrabal, que funde la ciencia, la tecnología, la matemática o internet, con las gallinas, las gachas o la jota es decir, el futuro y el pasado juntos y hasta revueltos en la locura del genio arrabalesco y el « rigor matemático de la confusión » (la « Confusa » de Cervantes ).

La escenografía de Emilio Valenzuela presenta en el centro una especie de torre tapada con una cortina gris sobre la que se proyectan audiovisuales (son de Joan Rodón y Emilio Valenzuela). Desde dentro, salen haces de luces que se proyectan en el suelo del escenario formando círculos y dibujos geométricos distintos (el  potente diseño de luces es de José Manuel Guerra) y sonidos inquietantes (la composición musical y el espacio sonoro son de Luis Miguel Cobo). A la derecha, un carromato con un gallo y varias gallinas dentro. En el carro hay inscripciones del tipo « tócame el bolo Mariano », que conviven en el tiempo con otras de tenor   absolutamente distinto: « el tiempo no tiene una existencia equilibrada » o « el techo circular indica la perfección del universo de Miho ». Cuando se descubre la cortina, aparece una cosmonave medio destruida caída de la estratosfera.

La locura cervantina y arrabaliana está servida y, en medio de ella, surgen las 10 Pingüinas  -apropiadamente vestidas por Almudena Rodríguez Huertas- a lomos de  motos que en su parte delantera llevan cabezas de caballos, ciervos,… Ellas son mujeres lesbianas (siempre tan arrabalescas como   cervantinas) : la abuela, Torreblanca; la hermana monja, Luisa de Belén; la sobrina carnal, Constanza; la madre, Leonor; la tía paterna, María; la hermana mayor, Andrea; la hermana menor, Magdalena; la prima paterna, Martina; la esposa, Catalina y « la hija natural », Isabel.

Todas ellas están en movimiento armónico permanente (Marta Carrasco ha dibujado  sus movimientos y la coreografía). Un totum revolutum que Pérez de la Fuente ha sabido manejar con   inteligencia y ritmo y que ha hecho del apoteósico texto de Arrabal un espectáculo, tan exaltante como arrebatador.
Este genial espectáculo (que por nada del mundo debe perderse) se representa hasta el próximo 14 de junio en la sala que lleva el nombre del dramaturgo español. La  singular obra de Arrabal cuenta con una crítica gigantesca y con defensores entusiastas (« no sería quien soy si no fuera por ciertos de mis inolvidables comentadores », ha dicho el dramaturgo más de una vez). En su ya dilatada historia como dramaturgo, Arrabal se ha manifestado sin ningún tipo de ambages como un explícito antifranquista (Baal Babilonia, 1959), un receloso del marxismo (Carta a los militantes comunistas españoles, 1978, Carta a Fidel Castro, 1983), un anarquista (La Virgen roja, 1987) y un pánico republicano (Carta al Rey de España, 1995), entre otras muchas  cosas y al mismo tiempo. Ahora, con ‘Pingüinas’, Arrabal se muestra quijotesco, cervantino, y tan arrabalesco y genial como siempre.

A sus más de 80 años, Arrabal es un dramaturgo rebelde, provocador, anticlerical, místico, antimilitarista, irrespetuoso, religioso (incluida su aparición), libertario, violento, loco y sorprendente. Ese es también el Arrabal de  ‘Pingüinas’, un texto que ha escrito en torno al Quijote y a su autor, aprovechando que estamos en el Cuarto Centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote.

Con ellas, a rueda, como no podía ser de otra forma, Lara Grube, Ana Vayón, María Besant, Lola Baldrich, Alexandra Calvo, Badia Albayati y Sara Moraleda. Y también con ellas, junto a ellas, sobre ellas, Miguel Cazorla encarna al único personaje masculino del montaje, Miho, o lo que es lo mismo, Miguel de Cervantes, ese dios de las palabras en español de quien penden o  dependen (si no las dos cosas) y a quien están unidas todas las pingüinas por lazos de sangre o de aventuras. Y ese dios – ese Pan- del teatro que es , paroxísticamente, Fernando Arrabal.

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‘Pingüinas’, de Fernando Arrabal.

                                                         

Por Magda Ruggeri Marchetti Artezbari

 

Cruzando la alfombra roja bajo los destellos de los flashes, entramos en una sala repleta del público de las grandes ocasiones. Asistimos a un espectáculo de dimensiones múltiples e indefinibles, que -arrabalizado es el término ya acuñado- quiere reflejar y extrapolar el poliedro, ya de por sí multidimensional, de lo cervantino y de su universo femenino en particular. No es superfluo recordar el encargo celebrativo recibido, para subrayar que el autor lo ha interpretado con una libertad extrema. Arrabal y Pérez de la Fuente han unido su creatividad para ofrecernos, en formato audiovisual, un aglomerado de ideas e intuiciones con un hilo conductor: una lectura del Príncipe de los Ingenios como liberación absoluta e intemporal de los dictados sociales, políticos y religiosos, como rotura incluso de las cadenas de la racionalidad y la lógica.

La primera dimensión a destacar es la proyección temporal desde el siglo XVI al XXI, y más allá, que Arrabal propone. El núcleo de su lectura cervantina es sin duda el exasperado canto a la libertad. Entre un sinfín de citas actuales, desde la musical inicial, al Puente sobre el río Kwai, a la escobariana “Que viva España”, o filmográficas como el Chewbacca, nos parecen significativos todos anclajes a la cultura del Siglo XX con que el autor apuntala su fuga de los corsés de las convenciones y la razón. Son frecuentes las referencias a hitos científicos como el principio de indeterminación, a la aleatoriedad intrínseca -rechazada por Einstein como juego de dados- a los teoremas de Gödel de incompletitud de la lógica, a la relatividad del orden temporal y las paradojas causales, al premio Nóbel o a la medalla Fields de las matemáticas. No pierde ocasión el autor de exaltar su trascendencia liberadora de los viejos determinismos, extrapolándola a todos los planos de la existencia, y en ello ve una materialización del numen alcalaíno en el Siglo XXI.

Se percibe el duro trabajo de las pingüinas-moteras para llegar a dominar con soltura sus ornamentados vehículos, afortunadamente eléctricos y silenciosos. Más delicada y espiritual, en la última parte, su bivalente metamorfosis en blancas dervichas giratorias, puente entre el cielo-Miho y los mortales y atavío nupcial de un mutuo enlace colectivo. Aunque Miho solo pronuncia en toda la representación unos incomprensibles balbuceos al final, ellas dicen que se expresa en un idioma incomprensible que solo la hija natural Isabel (Sara Moraleda) sabe traducir. María Hervás (Torreblanca, la abuela), Ana Torrent (Luisa de Belén, la hermana monja) y Marta Poveda (Constanza, la sobrina carnal), sostienen la parte más importante de las intervenciones y muestran su gran oficio. Lara Grube (Leonor, la madre) hace oír su voz solo cuando aparece Miho prisionero, encerrado en una jaula rodante, y una vez más el autor evoca su angustiosa relación materno-filial que explicó tan maravillosamente en Carta de amor. La abuela aprovecha la ocasión para quejarse de los hombres.

La nota conclusiva la ofreció Arrabal con unas palabras emocionadas y siempre suyas, que también consideramos parte del espectáculo en este estreno.

 

Magda Ruggeri Marchetti, Artezbari

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