Foto: Amary. Collage: Jordi Soler.
Foto: Amary. Collage: Jordi Soler.
Foto: Amary. Collage: Jordi Soler.
Foto: Amary. Collage: Jordi Soler.

 

Fernando Arrabal: “No merezco ni los elogios ni mi tuberculosis”

NURIA AZANCOT | Publicado el 23/03/2012

Dramaturgo, novelista y poeta, Fernando Arrabal (Melilla, 1932) cumple en agosto 80 cervantinos años cargados de ironía, insolencia y un puñado de libros: así, desde la Destierrolandia en la que vive, recupera La torre herida por el rayo (Automática) y lanza ARRABALes (Ánfora Nova) e Intimidad

Pregunta: ¿Cómo vive en Destierrolandia?
Respuesta: Mi imagen aparece en el escaparate; yo… me refugio en la leonera. Con la insolencia se esconde casi todo: lo esencial.

P: ¿Nunca siente nostalgia del país que España nunca fue, sin miedo ni complejos, en el que su padre hubiese muerto anciano feliz, y usted no hubiera conocido el destierro?
R: Cuando invaden las hienas… no hay nada que temer. Las sabandijas enfermas no se meten en la cama.

P: ¿Cómo ve desde París la crisis española?
R: “La vida es una puta”. Pero ¿hay que poder pagársela?

P: ¿Y la cultura?
R: Para sala de espera, prefiero las discotecas. Dejo la lengua de trapo para las vacas sagradas con el rabo entre las piernas.

P: ¿Recuerda al escritor que escupió al dictador con su Carta a Franco?
R: Al zafarrancho de botas sucede el ronroneo de zapatillas.

P: Automática Editorial recupera La torre herida por el rayo, premio Nadal en 1982. ¿Qué gana y qué pierde el libro al ser descubierto ahora por un público sin los prejuicios de hace 30 años?
R: ¿“Gana desasosiego sin perder nada”? (Kundera dixit). El capítulo que hizo reír a carcajadas en 1982 en Cáceres hoy hace llorar de emoción en Badajoz. Las dos ciudades están demasiado lejos.

P: ¿Donde sitúa al poder actual?
R: Conviene guardar distancias. Se evitan choques.

P: ¿Y al poder cultural en el mundo?
R: Tiene ideas de perfil. Comunica con burqa. Cuando da un galardón exige el recibo; pero cuando aburre, la gente se siente culpable.

P: Mel Gussow (NYT) le definió como el único superviviente de los cuatro avatares de la modernidad . Pero usted afirma que no es el mejor. ¿Falsa modestia, exceso de realismo, otro rayo desde el cielo?
R: No merezco ni los elogios, ni mi tuberculosis. “Todo lo que se dice de Arrabal (o de Nueva York) es cierto” (Topor).

P: También publica Intimidad (Libros del innombrable) y ARRABALes (Ánfora Nova): ¿Quién es de verdad el dramaturgo, matemático, ajedrecista y poeta Arrabal?
R: ¿Un eremita sociable? ¿La Venus de Milo soñando con comerse sus uñas? ¿Un iluso que quisiera llegar a ser Arrabal?

P: ¿Por qué le buscan editores valientes y primerizos, como Ochoa de Chinchetru, Miguel de Rus, Molina Caballero o Raúl Herrero?
R: Porque son como el Greco que decidió ser pintor cuando comprobó que no tenía oído musical.

P: ¿Qué pensó cuando su amigo Kundera fue acusado de…?
R: …que un escritor genial solo alcanza la celebridad cuando su madrastra oye hablar de él.

P: Houellebecq… ¿por qué molesta tanto en Francia?
R: Porque para excitarse se imagina ser otro. Por las noches le sucede algo tremendo: nada.

P: ¿A qué autores españoles actuales admira y lee?
R: ¿Y a cuál no? La mayoría promete; ¿lo que Avellaneda consiguió?

P: ¿Le interesan los debates sobre el sexismo en el lenguaje?
R: E incluso las discusiones sobre el orgasmo en la castidad. De sexo los que menos saben: los casados.

P: ¿Cuándo los académicos de la Real Academia…?
R: …los que no me han leído dicen que me admiran… a los otros les cuesta… Los caníbales diabéticos no comen fabricantes de azucarillos.

P: Qué le llevó a escribir?
R: Se me ocurrió de niño al ganar el concurso de superdotados. Hubieran debido congelarme.

P: A pesar de afirmar que no se le conoce en España, tiene muchos seguidores que añoran ver sus obras en los mejores teatros y leerle de nuevo… ¿qué tiene ahora mismo entre manos?
R: ¿Hoy?…: las once páginas cotidianas de mi novela-libro-total. Post-mortem. Si ahora tiene 1127 páginas es posible que siga creciendo o que lo pode… “por los siglos de los siglos”. Gracias a su omnisciencia el dios Pan puso los principios antes de los finales.