– La primera pregunta era cuándo comienzo a pensar en el cine. Y  respondo: cuando gané el concurso de superdotados con once años y hubieran debido congelarme.

–  Escritores mucho más célebres que yo, como Le Clézio, tienen menos visitas. Incluso interesa el  vídeo   ‘Mi Idolatrada felatriz’, un poema que he escrito sobre  los amores de Beckett y Peggy Guggenheim, un personaje extraordinario.

Tendría que tener cinco vidas para atender todas las peticiones. Inmerecidamente. Lo hacen no porque me llame Fernando Arrabal, sino porque soy el único superviviente de los cuatro avatares de la « modernidad ».

– No, en absoluto.   Como Milan Kundera: yo no soy español ni francés, soy de Destierrolandia. No soy un emigrante económico ni político. Cuando me fui a París hace 60 años era un estudiante. El destino ha querido que mi historia sea única. Mi padre formo parte del primer grupo de condenados a muerte en la Guerra Civil.  Incivil zafarrancho que  no comenzó en Madrid y Barcelona, sino en Melilla.  Un dia antes del oficial 18 de julio .

También inmerecidamente.

– Mi misión en la vida es decir lo que quiso defender  mi padre. Cuando es un joven cadete y sus compañeros le encierran en la sala de banderas, le dan una hora para unirse al alzamiento. Y una hora después les responde que ya lo ha pensado. Los franquistas pusieron bombas en los cines donde se proyectaba ‘Viva la muerte’ y prohibieron toda mi obra.

– Una palabra condenatoria. Nunca he conocido a ningún provocador…  ni Duchamp, ni Ionesco,  ni Beckett …. La provocación es centrípeda, autodestructiva, incontrolable  y finalmente cretina . Un provocador es un imbécil que considera que el público es otro imbécil y se va a tragar su estùpida píldora. El antiguorégimen Franco me difamo por vez primera llamandome provocador,  justo cuando Sir Laurence Olivier representaba mi obra ‘El arquitecto y el emperador de Asiria’ en el National Theatre. Como no podian decir  que era un mal escritor, se inventaron que Moscú me pagaba y que daba de comer bocadillos de excrementos al público.

– Está viviendo un gran momento. En las catacumbas. No tenemos nada que vender. No se nos puede comprar. Es muy reconfortante que ‘The Times’ haya publicado la lista de las cien personas más influyentes. Comienza con Didier Drogba, Lady Gaga y Clinton; obviamente no hay ningún poeta ni dramaturgo. Si hubieran puesto a Kundera en portada, la gente habría cancelado su suscripción. Por eso los creadores podemos actuar de torma transcendente.

– Mi apuesta es pascaliana, Pascal es el filósofo rock and roll, por la jovialidad, a pesar de que estemos en un valle de lágrimas. Tengo 78 años, el final ya se sabe. Salinger, Pynchon, Beckett… Ellos cerraron la puerta al mundo y misteriosamente me la abrieron a mi. Todos eran ajedrecistas, por cierto. Yo me encuentro bien, soy un chivo expiatorio sin merecerlo.

– El mayor genio que he conocido con Marcel Duchamp y Samuel Beckette es Roland Topor, todos los días lamento haber perdido a ese amigo. Pero hablemos de lo verdaderamente importante de esta visita, que es la grata tarde que he pasado con su alcalde. Hemos hablado sobre todo de ajedrez, como hacía precisamente con Beckett  o con  Duchamp; André Breton en cambio me reprochaba pasar las noches en una eterna partida de ajedrez con el pintor… Seguí el Masters de Bilbao partida por partida. Lamenté que no ganara Carlsen.

– No tengo niguno que darle. Le he hablado de mi amigo el doctor Bernard Debre, que siendo de derechas trata con, eficacia y talento a gente de izquierdas… que le solicitan constantemente. Por ejemplo operó de la próstata al presidente Miterrand. El alcalde me ha proporcionado incluso un chófer para buscar grafitis por Bilbao, aunque me dicen que no hay, que están prohibidos.

– De varios.  El ùltimo del venezolano « Exceso ».  Me echaron por no firmar un manifiesto plitico. Me llamó el jefe de Cultura y me dijo que habían reducido el presupuesto. Yo hubiera escrito gratis.