CULTURA el Mundo

« Les politiciens, d’habitude si brillants, devraient consacrer leur talent à la philosophie, ou aux mathématiques,  ou mieux encore, à devenir poètes ».

El Mundo  31-V-16

ANTONIO LUCAS @AntonioLucas75

POESÍA  Entrevista a Fernando Arrabal en EL MUNDO
« La poesía es un acto de protesta »

Fernando Arrabal reúne en un volumen toda su poesía bajo el título ‘Credo quia confusum’ (‘creo porque es confuso’) que ofrece la parte más desconocida e íntima de su escritura.

En efecto, Fernando Arrabal (Melilla, 1932) mide 159 centímetros y pesa 61 kilos. Son datos precisos, de ayer mismo. Una información principal para esta entrevista, por eso la dispensa el autor decididamente. Cuando se refiere a sus cinco libros: THE FIVE LIGHTS OF CHINESE ART (Deligth edition). Con YUE MINJUN, ZHANG XIAOGANG, YANG SHAOBIN, WANG QINGSONG y WANG GUANGYI. 350.000 $ cada uno  de los cinco libros, de su altura y de su peso . Aclarada la medida y el peso cualquier asunto es posible: el surrealismo, André Breton, los amores de Paul Éluard, las horas de ajedrez contra Duchamp, la genialidad de Dalí, la delgadez de Beckett, los fractales de Mandelbrot, la buhardilla de Cioran, las tardes puntuales con Jodorowski, la incalculable inteligencia de Topor. Arrabal tiene una observación de índole científica donde emite sus admiraciones.  Saltando de rama en rama con una vocación en la que siempre destaca: la confusión, el juego, el teatro. Incluso para hablar de poesía. De la poesía propia. De la que reúne en un volumen titulado Credo quia confusum (Creo porque es confuso), publicado por Huerga & Fierro.

Aquí está el arsenal lírico de Arrabal. Otra muestra mas de su delirio y de su inteligencia. Arranca con los poemas primeros que ya celebró André Breton, los que emparentó con Baudelaire. Aquellos que dan cuerpo a La piedra de la locura, que no son exactamente poemas sino unas prosas danzantes que podrían ser también todo lo opuesto. « De Breton aprendí muchas cosas. Entre ellas, la puntualidad. Sí, así es. Más que la provocación, la puntualidad », aclara. « Desde que habló con interés de mis poemas, en Francia volvieron a publicar de nuevo poemas en prosa que podrían ser también relatos ».

Arrabal lleva unas gafas de ver y otro par más encima. Unas se apoyan en otras generando cierta arquitectura tremenda. Las de arriba son como de hacer esquí de fondo y suben y bajan por la frente del poeta como en un proceso de telequinesis que el interlocutor provocara con sólo mirarlas. Este hombre ha aprendido a subirse las dos de un solo golpecito. Las de ver con el pulgar y las otras con el índice.

La poesía es lo que menos se conoce de su obra.
Es que cuando somos poetas « caemos enfermos ».

Completamente. Fíjese en el que lee poesía en voz alta. Es el caso de los mejores, como Neruda. Escribe poemas excelentes antes de ser comunista, pero cuando los lee es como si leyera un hombre enfermo. Quizá una excepción a esto es Paul Éluard… Su vida es muy interesante, como la de casi todos los poetas.
La poesía es el hacer y el poeta es el que hace. Pero más importante aún que todo eso es el ajedrez y la confusión.

Arrabal quisiera encontrar  las leyes de la confusión. Del tohu-bohu. Principalmente para la poesía. Y de paso, para la entrevista. El mundo para él es  fascinación . Como si aún viviese en medio del grupo Pánico. Es decir: en el centro de aquella ceremonia loca y luminosa que oficiaba junto a Topor y Jodorowsky en un café de París y en miles de folios que son el rastro de los pensamientos cruzados de este hombre difícil de resumir. De este creador cuyo estado natural es la apoteosis del absurdo, una intuición que puede prolongarse hasta el infinito.

« Yo estuve en una orgía con Dalí y cuando avanzaba hacia el cataclismo, precisamente por mi culpa, él (cuyo esperma costaba 8.000.000 $ la gota) se puso a cuatro patas lamiendo el trasero de una prostituta… Eso lo he visto yo. Y no me escandalicé en absoluto. Por eso me llama la atención que la gente me pregunte si no estoy escandalizado. ¡Pero escandalizado por qué!?  Según parece  ¿han expulsado a Pérez (de la Fuente) del Teatro Español? ¡A mí eso me encanta! Pérez [sic] es un hombre inteligente y lo han querido convertir en un funcionario. En los últimos años ha montado dos obras de modo magistral, inolvidable: « Carta a mi madre » y « Pingüinas… », añade Arrabal.

Dos obras suyas, casualmente.
Una casualidad, cierto. No es culpa mía… ¡Qué felicidad que Pérez [sic] ya no esté! Lo habían nombrado funcionario y querían hacer de él esa cosa horrenda que cuenta Rimbaud en un poema extraordinario que titula « Los sentados ». Estoy entusiasmado con esa noticia. Es lo que tienen que hacer los grandes directores de lo que sea: no aceptar. Hasta Valle-Inclán palideció cuando lo hicieron director de la Academia de España en Roma.
¿No cree que la poesía es un género de juventud?
En absoluto. Solamente de vejez. Mire usted a León Felipe. Aunque ojalá sea cierto lo de la juventud, porque la poesía es un acto de protesta, por eso ha sido tan machacada por las inquisiciones, los comunismos y los fascismos. Más aún, la poesía de ser algo es exactamente un género desconocido. La poesía es tan desconocida que en la lista de personajes influyentes que hace cada año el New York Times nunca aparece un poeta, ni un filósofo, ni un jugador de ajedrez, ni un matemático. Es decir, jamás un personaje extraordinario de los que en verdad nos interesan.

A esta hora Fernando Arrabal entra en combustión. Concurren en él muchos hombres con sus numerosos pasados: el hijo de un condenado a muerte, el preso político, el exiliado, el que escribe la carta al general Franco, el autor reconocido, el miembro del grupo surrealista, el tascende satrapa patafisicio,   el que tuvo una aparcion de la Virgen, el fetichista. « A mí me interesa todo menos la política. He conocido a algunos de los hombres más inteligentes del siglo XX y casi ninguno de ellos me hablaba de política », dice. Y le creemos.

¿Entonces qué le parece la política española actual?
Me importa un carajo. Querría que los Sánchez, los Rivera, los Garzón, los Iglesias y todos esos dejaran la política de una vez y se convirtieran en poetas. Que intentaran llegar a serlo. O que se hagan campeones de ajedrez . O filósofos, porque todos son muy brillantes. Así que en vez de la gilipollez de ser presidentes de no sé qué, deberían dedicarse a lo esencial, la poesía. Es la única manera de ser útil a un país. Y que al fin nos dejen en paz.

A esta hora las gafas de arriba están abajo y las de abajo quedan detrás, mientras Arrabal desde el fondo de ese antifaz sonríe con la mochilita a la espalda como un español ajeno, como un autor que pasea su exilio y distancia escribiendo en el esperanto de los poetas  también por Madrid